domingo, 7 de junio de 2015

XXII Festival Carpe Diem






                                                                                                               Diseño Tanci



Y de nuevo cantamos. De nuevo pudimos celebrar nuestro encuentro anual. De nuevo pudimos celebrar nuestro festival, el vigésimo segundo festival Carpe Diem. Horacio ha propiciado que, con tesón y constancia, un grupo de personas, ahora ya amigos, amantes de la música y del canto coral, nos hayamos unido haciendo honor a ese lema de vivir el día a día, la hora, el minuto…el momento.

La coral Vulcania de Lanzarote junto con la pianista Raquel García y el violonchelista Diego Pérez nos acompañaron esa noche plena de emotividades y sentimientos.

En nuestro repertorio de este año llevamos un  buen cargamento de emociones, de obra poética, de misticismo y espiritualidad. No en vano nos recreamos con el “Cantar del alma” de San Juan de la Cruz, que nos transportó a una experiencia espiritual íntima pretendiendo llegar a un éxtasis de soledad en cada uno, pero en común unión entre todos los componentes del coro Carpe Diem.

Por otro lado, elegimos también,  a Santa Teresa de Jesús recordando el 500º aniversario con su “Nada te turbe”, de lenguaje simple y sencillo en el que se ve la búsqueda de Dios en lo más profundo del alma.

Con estos místicos, con los epitafios del Quijote,  recordando su  400º aniversario de la publicación de la segunda parte del Quijote, así como con los  espirituales negros, fuimos a la búsqueda de la serenidad, de la calma y de una tranquilidad que quisimos trasladar al epicentro de nuestro concierto.

No puedo dejar de lado la nana para una foca, “The seal lullaby” de R, Kipling/ E, Whitacre, que nos evoca la calma que nos incita al escuchar su letra y que, junto con   sus modulaciones y  notas musicales, da consuelo y tranquilidad al infante que la recibe. Creo que, a su vez, fue transmitida esta ensoñación de igual manera al respetable público que nos acompañaba.

Por otro lado, el cartel que propició la comunicación y convocatoria a nuestro concierto, mediante la estética visual y artística, resalta al mismo tiempo la idea que nuestro director Luis Correa nos ha  ido transmitiendo día a día en cada uno de nuestros ensayos. Esto es: cantar no sólo con nuestro instrumento por antonomasia y que es la voz, sino además propiciar ese profundo sentimiento de espiritualidad que todos llevamos dentro de una forma u otra y que, junto con el misticismo de sus letras, se produzca la magia de una vibración sublime… tal vez tocando o llegando a tocar parte de la nubes que se reflejan, de una manera sutil, en la acuarela que ha dado paso al cartel anunciador.

Es ese mar de nubes que,  acariciando a las montañas cercanas, no deja de acercarse tímidamente y lentamente a nuestro volcán Teide.

El rojo contrastado de miles de flores, las rocas de color marrón y la exuberante vegetación de variados verdes y ocres que irrumpe en un manto de tonalidad clara y particularmente etéreo, da ritmo y una cierta musicalidad a la pintura que quiere emerger desde el interior de una naturaleza casi sensual y que se adivina muy paralela a los místicos poetas a los que hemos hecho referencia.

No pretende el cartel más que una llamada de atención hacia nuestro encuentro coral  amistoso y que, de una manera austera y sin mucho adorno añadido, ha pretendido llegar a los corazones  ofreciendo una mirada de serenidad con vibración múltiple transmitiendo esa calma que nos da la naturaleza y que puede dar paso ¿por qué no? a la pasión. Pasión que pusimos todos al unísono esa noche del 5 de junio en nuestro “XXII Festival Carpe Diem”