jueves, 31 de julio de 2008

Interiorizar las casas


Al igual que las notas de un clarinete o de un violín salen al aire y a través de un ventanal, se escapan y se cuelan por algún recoveco, queriendo comunicar y/o agradar. Cuando pasas por las casas quisieras elevarte del suelo y levitar, y alcanzar alguna ventana para traspasarla y explorarla, y descubrirla sin ser descubierta. Este deseo de atravesar paredes y muros, puertas y ventanales, barandas y setos, cancelas y soportales, es el que me embarga cuando camino.

Caminar se nos antoja y se nos aprecia hacerlo pasito a pasito; paso seguro y lento, paso inseguro y pausado, paso apresurado y ligero. Paso a paso, al fin y al cabo. Pero pasear no es pasar solamente dejando atrás un mundo que se desvanece por los pasos ya alcanzados. Pasear es caminar con la mirada firme en las cosas, en lo que nos rodea, en lo que nos envuelve. Pasear llega a ser una comunión con el exterior para hacerlo más tuyo, más íntimo. Llegan a mezclarse los olores y los colores, la calidez del ambiente en verano, o la humedad de ese mismo ambiente en tiempo de invierno.Las formas y texturas, las sensaciones subjetivas que te llega de la gente pasan a formar parte de esa unión con el todo. Es sentir el viento en tu cara dándote de lleno, hechizada tu alma, absorta en tu mirada. Es trascender hacia un mundo interior no descrito.

Completa y satisfecha, y con el universo de aliado, has descubierto que el momento de pasear puede pararse en un breve instante de mirada fija o de mirada tímida; como no queriendo dar a entender que cruzas el umbral, que lo atraviesas y te cuelas, y quieres ser más consciente de lo que está delante de ti, de tus ojos, de tu vida. Y que te atrapa de momento, y sólo por momentos.
Cuando alguna casa te atrae y te captura; bien por su estructura, bien por sus jardines, o por sus tejados o bien por toda su arquitectura; es ella y únicamente ella la que se representa y queda envuelta en su propia aura. Quedas aturdida y casi embelesada, porque querer interiorizar lo que no se interpreta banalmente, es querer ver con los ojos del alma, es querer trascender más allá de lo que se te ofrece, más allá de su materia; unas veces viva, otras muerta .Y para eso se ha de tener un fino instinto, tal vez, una corazonada, o una vibración algo refinada, o quizá ese afán de protagonismo en tu interior que ha sido callado, esa llama que no se ha reflejado. Algo viene a comunicarnos, tal vez, ese mundo al otro lado.
Uno quisiera atravesar esas casas sin pedir permiso, sin tocar a la puerta, sin ser visto, como acurrucada en cualquier esquina del salón, de la cocina o de una habitación y desde allí no perdernos el teatro de la vida. De esas vidas que pernoctan y que se levantan, que se abaten y se fortalecen, que se pasean por sus suelos de terracota o de gres, de porcelana o mosaico, de mármol, cemento o piedra; de madera o de parquet. Dentro queda la comedia para ser entendida, para ser aprendida, para quizá vernos a nosotros mismos a través de los ojos de otra casa, de otros seres y de otras vivencias que pasan desapercibidas.

Pero esto es un sueño superficial, nadie que yo conozca podrá traspasar esas casas, esas estructuras de hormigón o de madera, de hierro forjado y mampostería, de cemento armado o de hierro galvanizado. Se me asemeja que todo lo que detrás queda, todo es construcción, todo es satisfacción, todo son vanidades, orgullos, perezas, animadversiones, amores desenfocados, cariños no satisfechos, humores destrozados, vidas desechas, ansias insatisfechas, alguna amargura en la puerta.Es decir, que virtudes y valores quedan por construir y si los quiero ver, tendré que intentar intimar más de la cuenta. ¿Por qué querer alcanzar esos otros mundos que están detrás de cada cancela, detrás de cada hueco o detrás de cada puerta?
Casas y cosas. Cosas y casas cargadas de vidas, de ansias, de aparejos, de amores, de inquietudes, de generosidad, de caricias, de ternuras, de querencias, de citas, de placer y de lujuria.

Cuando camino, me quedo tranquila y serena. En la certeza de que cada casa tiene o no ,una vida placentera y plena. Pero sigo oteando su horizonte, me gustaría traspasarla y hacerla real por un instante por un minuto, por una secuencia. Como si de una película o cortometraje se tratara. Esas casas, ajenas a mi, quedarán siempre vivas detrás de sus cortinas, detrás de su apariencia; aunque quienes las traspasen no logren sentir a sus moradores en todo su compartir, en todo su apogeo, en todo su esplendor.
Me queda el goce de la fascinación, del asombro, del placer y de la estética.También constructores de sentimientos y de experiencias.




06 - My Funny Valentine - Andien


The Way You Look Tonight - Bebo Valdés


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sábado, 26 de julio de 2008

En verano




En verano,
cojo la pluma en la mano
y en un momento
hago versos improvisados.

En verano, La Laguna,
desprende olor a trigo y a paja,
a hojas de caramelo secas,
a hierba recién cortada,
a gente que pasa y se acerca
mostrando su sonrisa abierta.

En verano todos nos encontramos;
calle arriba, calle abajo,
en la plaza o en la esquina,
en el paseo y en la marquesina.

En verano puedo oler un eucalipto,
escapado del invierno;
y cuando en un impulso tierno
aprietas mi mano,
me elevo hasta el firmamento,
sintiendo muy adentro
que es un gesto muy humano.

En verano, el canto del jilguero
se ha cambiado,
por las notas de un clarinete;
de un ventanal salen
tocado ligeramente,
probando algún ensayo en falsete.

También eso es para el verano.

En verano, la suave brisa
retozona aparece
jugando de la mano,
con una enredadera,con un rosal
o una palmera,
o con tu pelo ensortijado.

En verano me subo a las estrellas,
en la noche más abierta;
me elevo y me balanceo
pensando y venerando
aquel camino
que no me regalarán ellas.

En verano todo es más luminoso;
una mirada, un saludo
un reencuentro,
y si por casualidad te veo,
dejo volar mi pensamiento
y poco a poco te cuento.

En verano recorro el camino
de tu ternura
con dedos de algodón
y caricias de fina veladura.

En verano me llega y me llena
tu halago embriagador,
de la mano me lleva
perpetuando más mi amor,
¡me fortificas de esa manera!.

Y si cuando en verano
amanece el cielo raso,
y de reojo me miras
tan sólo a ratos,
me desvanezco tiernamente
con tu amor y tus abrazos.

También esto es para el verano,


En verano, quiero ser en verano.
En verano, quiero amar en verano.
En verano, quiero jugar en verano.
En verano, déjame ser en verano.

Sólo por un verano,
¡mímame en un verano!.



Nube gris - Maria Dolores Pradera & Caetano Veloso

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miércoles, 16 de julio de 2008

Estrategias




Resurjo y despierto mi sentimiento
con tu hilván dialéctico.

¿Y qué más da?
Todo es un aparentar
que si yo te doy
que si tú me das,
Y el viento todo se lo ha de llevar.
Pero no me vuelvo atrás
hoy me siento comprometida
hoy me siento formal.
¿ Qué quieres hacerme llegar?
tu don de gente, tu enlace social.
¿ O es tal vez tu estatus personal?
Si yo eso lo valoro,
aunque no como fin único y primordial.

Tus cambios son meras transformaciones
mis cambios son meras confesiones.
Mis cambios, organizadores de estrategias,
tus cambios son dolencias de otras épocas.
¿Y qué era yo en los años 60?
Ni siquiera el pensamiento pensó en este
nuestro encuentro,
ni tan siquiera cuál era mi meta.

¿ y quién soy yo de una manera cierta?
¿ Y quién eres tú si ni siquiera estás alerta?

leonardo favio - ni el clavel ni la rosa.mp3 -



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jueves, 10 de julio de 2008

La casa




La casa y sus alrededores me parecen un jardín idílico. Este lugar, en el que tantas veces me encuentro y en donde mis energías se activan, es así de bucólico y casi de ensueño.
El espacio lo compone una casa vieja algo restaurada dónde se conjuga lo antiguo con lo nuevo, lo rural con lo urbano, lo ancestral con lo moderno. Entre estos viejos muros se respira paz. En los alrededores de la casa está lo que llamamos el sitio. Viene siendo un huerto o pequeños huertos que rodean la casa, plantados antaño por primorosas manos.Llenos de árboles frutales y alguna que otra hierba aromática; salvia, tomillo o romero; que junto con algunas flores y verduras dan a este vergel un toque multicolor. Entre los árboles frutales están los naranjos, limoneros,ciruelos, perales y duraznos...y al olor que desprenden, acuden las abejas golosas, que por separadas, se dan por invitadas.
La casa tiene patios que son de cemento y algún empedrado, a los que hay que barrer con escobas de palma, casi a diario. El escobillón lo dejo a un lado. Y no hay mayor placer por la mañana que ponerme las alpargatas , otrora llamadas lonas de esparto; y barrer, barrer y barrer en una ancestral danza , para dejar los patios limpios y lustrosos y medio preparados.
No digamos cuando de regar el patio se trata, que tiene el encanto de refrescar el piso antes de pasar el cepillo. Como si de un ritual se tratara, y una vez finalizada la tarea, mi espíritu recibe una sensación de bienestar y sosiego.
El patio de la casa tiene en derredor algunas macetas salpicadas: geranios, pericos, dalias, flor de mundo, cintas, esparragueras y alguna que otra planta que se ha traído de fuera. Completa el elenco la gran capa de la reina; pretenciosa, extendida, amplia y abierta.
Las mañanas transcurren apacibles y lentas, pero antes del almuerzo hay que dejar la fruta recogida pues no debe comerse caliente, más al contrario, fresca ha de estar en el momento de almorzar. Ciruelas de las llamadas japonesas rojas o amarillas, ciruelas popularmente llamadas cagonas, pero que se denominan Claudias ahora. Más tarde vendrán las peras: herculinas, calabazotas o las de puchero; aunque las sanjuaneras maduran primero.
Si en el caballete tengo algún lienzo donde plasmar alguna pincelada aprovecho la sobremesa, o bien me hago una buena siesta.
Las tardes son frescas y a veces la bruma viajera baja desde la cumbre queriendo ocultar los colores que nos brinda la caída del sol. ¿Estará celosa la bruma ante el destello del astro rey? En la zona norte de mi isla decimos que el sol se oculta por La Palma, y cuando el cielo está despejado los campos recogen los colores que nuestra radiante estrella nos quiere regalar. Y yo paso a perpetuarlos en mi pupila, dejándome siempre llevar. De esta manera las tardes pasan lentas, pero majestuosas y no hay cabida al tedio o al aburrimiento ante tanto brindis que la Naturaleza nos da. Los ojos del corazón deben estar muy abiertos para que el espíritu se encargue de recoger cualquier regalo extra que deberíamos atesorar.
Es este un mundo personal, interno e intenso. No por ir de vacaciones lejos puede alguien sentirse tan pleno.
Quede este pequeño recuerdo a modo de relato. Y como si de una visita se tratara, a usted que lo está leyendo, ahora se lo traspaso. Compartir lo cotidiano de una simple casa de campo, al tiempo que no hay nada que lo haga extraordinario; es lo que le da a esta vivienda, tal vez, un toque excepcional y diáfano. Así se compone nuestro espíritu de pequeños toques exclusivos, diarios e intensamente vividos.



La casa vieja - Teresa Parodi




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domingo, 6 de julio de 2008

Los regalos siempre son bienvenidos

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Cuando alguien te ofrece un regalo es que ha pensado en ti. Cuando ha pensado en ti, te ha tenido en su mente. Si te ha tenido en su mente es que formas parte de su mundo. Si formas parte de su mundo no estás sola. Si no estás sola eres afortunada. Si eres afortunada, debes estar agradecida. Si estás agradecida, debes ser feliz. Si eres feliz es como consecuencia de que alguien ha pensado en ti, te ha ofrecido un regalo y formas parte de su mundo.Por lo tanto, " de bien nacido es ser agradecido". Gracias Alicia por tu empeño en hacerme este regalo para que yo sea un poquito más feliz.¡ Y lo he sido!


Hymne à lamitié -


Orfeo Negro - Francis Goya

sábado, 5 de julio de 2008

Vivencias

Con el permiso de Mónica, una amiga participativa, me gustaría publicar lo que le ha sugerido una simple poesía.Me gustó su expresión y su recuerdo. Y como la propia vida tiene enlaces por uno y otro lado.Éste es un enlace a mi blog porque toda expresión, cuando sale del corazón, ha de compartirse.Gracias Mónica.






¡Me ha gustado mucho esa poesía! Es ligera, despreocupada...como la pequeña Tanci correteando risueña por aquella vereda camino del cole...
¿Dónde estaba la escuela a la que ibas de pequeña? ¿Ibas y venías andando por el camino de las peras?
Cuando era pequeña y vivía en Mallorca yo también iba andando a la escuela. Me gustaba aquel paseo diario. A veces me acompañaba mi madre, o la madre de alguna compañera de clase. Sin embargo, lo mejor era cuando nuestros padres, tras habernos repetido por enésima vez todas aquellas advertencias que ya nos sabíamos de memoria ("mirad bien antes de cruzar", "no vayáis con ningún desconocido", "id por la calle y no por el camino")..., nos dejaban ir solos. ¡Qué mayores y qué libres nos sentíamos entonces! Mis recuerdos me dicen que el cole no quedaba muy cerca de casa, teníamos que caminar un buen trecho para llegar hasta allí o, al menos, ésa era mi impresión. Pero, como los ojos infantiles todo lo magnifican, también es posible que sólo fuesen dos pasos, no sabría decirte...
Podíamos llegar antes si tomábamos un atajo, aquel camino por el que nuestros padres no querían que fuésemos. El motivo es que era un camino sin asfaltar y lleno de baches por lo que, cada vez que llovía, se convertía en un lodazal resbaladizo y lleno de profundos charcos. ¿Te imaginas? ¡Era genial! Y, por si los charcos no nos bastasen, tenía además ese encanto de lo prohibido... Así que, como te puedes imaginar, siempre que íbamos solos al cole tomábamos el atajo. ¡Y también nos encantaba que lloviera! En Mallorca llovía mucho durante el invierno, días y días seguidos. Desde que comenzaban las lluvias empezábamos a usar las "botas de agua", que solían ser de un color bastante chillón (rosa chicle, naranja...). Recuerdo que mi madre siempre comentaba lo mal que quedaban aquellas botas con la faldita plisada de cuadros del uniforme..."¡Menudo cuadro!", decía siempre. Pero a mí me encantaban las botas de agua ¡Eran sinónimo de diversión! Solíamos jugar a un juego en aquel camino lleno de charcos. Primero elegíamos un buen charco, uno bastante profundo. El juego consistía en ir caminando lentamente hacia el centro del charco, hacia la parte más profunda. El objetivo era hacer que el nivel del agua llegase justo justo hasta el borde superior de las botas ¡pero sin que el agua entrase dentro, claro! Ya te puedes imaginar cómo solía acabar la cosa... Los resbalones en el fango también eran frecuentes. Cuando llegábamos a casa con los pies encharcados y el uniforme lleno de barro no nos quedaba otra que agachar la cabeza ante la mirada acusadora de mamá y admitir que sí, habíamos ido otra vez por el camino de tierra...
Tu post me ha hecho recordar todo aquello. ¡Qué felices éramos entonces, verdad? Todas nuestras preocupaciones acababan con el día... Pero yo quiero ver otra vez a aquella Tanci alegre, a aquella chiquilla locuela que corría despreocupada por la vereda... ¡Un abrazo, amiga, y gracias por tu post! (No publiques todo este rollo en el blog, que me ha quedado muy grande... ¡lo siento! )

4 de julio de 2008 15:25



Palabras De Amor - Bravo Soledad






jueves, 3 de julio de 2008

Volver





No fue el Camino Largo, si el de Las Peras
¡Qué lejos queda la escuela!
No hizo falta pensarlo
y lo cogí como atajo.
¡Me gustó aquella vereda!
¡Vaya muchacha locuela!
El pozo, los berros o una palmera...
¡ Y yo quería que lloviera!
¡Qué lejos quedaba la escuela!
Ni una chispa cayó,
el sol se escondió,
el viento sopló,
y alguien pasó por casualidad,
avisando un principio de bonita amistad.



Lagrima - Marly

Lagrima - Yolanda Soares



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